* El recurso de Rocío Nahle cuando está perdida * Mintió en el accidente de Clorados III * Mintió en el escándalo de Eva Cadena * Miente con el caso de su mansión en El Dorado * Video prueban que la policía acosa al alcalde de Cosoleacaque * Fotografían su casa y la de la tesorera
Por Mussio Cárdenas Arellano//Archivo Muerto
Mentirosa compulsiva, Rocío Nahle nunca atina qué inventar al verse demolida, acorralada, intentando salvar el pellejo, hoy peor, descubierta su mansión de más de 40 millones de pesos en El Dorado, la zona fifí de Veracruz.
“No me enredo en esas broncas”, soltó la zacatecana en Coatzacoalcos al estallar el escándalo.
“Son chismes”, dijo después cuando Pepe Yunes Zorrilla le puso las banderillas, acusándola de habitar en una residencia que no habría podido adquirir con su salario de servidora pública.
“Es un intrigoso y difamador”, lanzó ya con la bilis a tope.
“El candidato del PRI y PAN salió a medios nacionales a difamarme sin prueba alguna”, reseñó.
“Rento la casa”, dijo después.
“Es una guerra sucia”, se quejó como si su recua en redes sociales no fuera hiriente, vulgar, soez, la peladez hecha discurso y hasta ella misma, Rocío Nahle, que en corto, con amigos y no tan amigos, suelta leperadas que hacen sonrojar al más procaz.
Dícese difamada la candidata de Morena al gobierno de Veracruz, la zacatecana que ha hecho del cuento y la diatriba una forma de trepar al poder.
Dícese dolida Rocío Nahle García, cuya norma ha sido tejer una mentira y luego otra y otra más, y así hasta el infinito tomándole el pelo, incluso y por principio de cuentas, al mesiánico Andrés Manuel, el gran tonto que creyó que la ingeniera, que no pasó de ser instrumentista en las plantas petroquímicas de Coatzacoalco, podría construir una refinería como la Olmeca en Dos Bocas y 21 meses después de su inauguración –montaje, mejor dicho– no refina ni agua del manglar.
La mentira, pues, es consustancial a Rocío Nahle. Y es su recurso para salvar el pellejo en situaciones de crisis.
Su lengua falaz no tiene límite.
Explotó la planta Clorados III en el Complejo Petroquímico Pajaritos, el 20 de abril de 2016. Murieron 32 personas y más de 130 resultaron lesionadas. Fue pérdida total. La planta era operada por la empresa privada Mexichem, socio mayoritario de Pemex en Petroquímica Mexicana de Vinilo (PMV). Ocho años después no hay culpables.
Rocío Nahle era legisladora federal por Morena y secretaria de la Comisión de Energía de Diputados. Acudió de inmediato. Ofreció llegar hasta las últimas consecuencias. Habló en corto con el entonces director de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, concuño del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y el caso se congeló.
Rocío Nahle mintió. Y tenía por qué. Su marido, José Luis Peña Peña, fue por años uno de los funcionarios de mayor nivel en el área de mantenimiento del Complejo Petroquímico Pajaritos, según consta en licitaciones públicas de la entonces paraestatal. Y la razón de la explosión en Clorados III fue la falta de mantenimiento.
32 muertos, 130 heridos y Nahle sofocando el fuego que amenazaba con alcanzar a su marido.
La historia tiene evidencia sustancial. Pero esa es otra historia. Y Nahle lo sabe.
Otra mentira:
Detonado el escándalo por los videos en que la entonces diputada local, Eva Cadena Sandoval, aparecía recibiendo dinero para su campaña a la alcaldía de Las Choapas, en 2017, Rocío Nahle soltó otro embuste: quien llevó el “moche” era la hermana del fiscal yunista, Jorge Winckler Ortiz.
“La persona que le entrega el dinero a Eva Cadena es muy cercana a Miguel Angel (Yunes Linares) –dijo la zacatecana–. Es extraño que no encuentren los videos del hotel Terranova donde se dio el dinero, los 500 mil pesos. El fiscal Winckler envió por los videos y no aparecen, porque todo indica, y si me equivoco, y para eso pido que salga el video completo, todo indica que la persona que va a llevar el dinero es la hermana del fiscal Winckler, Ana María Winckler”.
Aquel día, Ana María Winckler anunció que la denunciaría por la difamación y daño moral. Nahle no la volvió a mencionar.
Eva Cadena la había acusado de ser ella, Rocío Nahle, la recaudadora de Andrés Manuel López Obrador. Y respondió con una zarandaja fenomenal: AMLO no necesita operadores. Salvo Pío, Martinazo, Esquer, Bejarano, Imaz de Sheinbaum, Ariadna Montiel, Mario Delgado y decenas de piojos del Supremo porro de la nación de los que la escritora Elena Chávez hizo una disección.
Es la mentira el recurso de siempre. Y Rocío lo usa. Pero mentir no es engañar. Nahle miente por compulsión aunque sean pocos los que se dejan embaucar.
Destrozada por el golpe de Arturo Castagné, por la mansión en que habita en El Dorado, el fraccionamiento más exclusivo de Boca del Río, Rocío Nahle volvió a patalear. Y a mentir.
Doña Mentiras gusta de la vida opulenta, las mansiones, el convoy de camionetas de lujo que la siguen, el roce social con los aspiracionistas clasemedieros, su compadre Arturo Quintanilla que mide su peso en oro, y la élite petrolera, los de confianza porque lo suyo no fue mezclarse con la clase sindical, y hasta los que aparecen en los expedientes de Odebrecht.
Doña Mentiras lanzó el primer sapo cuando la prensa la cuestionó por la mansión de El Dorado. “No me enredo en esas broncas”, soltó.
Y sí estaba enredada, hundida, con el fango en el cogote y los hedores inundando el entorno electoral.
“Son chismes”, señaló cuando Pepe Yunes, candidato de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, le imputó que el hallazgo de la mansión de El Dorado es un tema de corrupción, salpicada por su paso por la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, con observaciones de la Auditoría Superior de la Federación.
“Es un intrigoso y difamador”, respondió Nahle mientras iba cediendo, admitiendo que el enredo existe y la enredada es ella, aceptando al final que vive en la mansión de la isla, con sus canales en los que circulan yates, con su séquito de guaruras y la decena de lujosas camionetas que ya tienen hasta el tope a los vecinos por los alardes de Doña Mentiras.
Y al final, la realidad. Renta la casa, la propietaria es Maribel Hoyos Peña, sobrina de José Luis Peña Peña, el esposo incómodo –don’t forget Clorados III–, cuyo avalúo es de 40 millones de pesos, que seguro Maribel podrá demostrar cómo los reunió o si son de aquello que los fiscales suelen llamar “recursos de procedencia ilícita”.
López Obrador, el Supremo porro, decía que la Casa Blanca de Peña Nieto olía a lavado de dinero y debía investigarse. La Casa de Nahle huele a corrupción y no pasa la prueba de la honestidad.
Mentir es el recurso natural de Rocío Nahle.
Y cuando se trata de salvar el pellejo, más.
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